Puentes de una sociedad casi en la fase terminal de una enfermedad, que desde los años '50 ponía el comienzo de una desigualdad y una pérdida de identidad tremenda. Una sociedad que no tuvo en ningún momento esa careta de nación, esa filosofía unidista, ese fervor consensual y esa homogeneidad que, capáz, nunca se verá.
Fueron años en los que el Perú se vio envuelto en diversas posturas sociales, autocráticas, que desde ya, hicieron desbordar todo lo que la lógica social y segementaria había fundado antes que se llevara a cabo, en Inglaterra, la Revolución Industrial a principios del siglo XIX.
Todo converge desde un primer momento, en el cual pudimos vernos envueltos en un problema social. Partimos desde la gran masa campesina que migró hacia el punto referencial de todo el país: Lima.
Desde los primeros años en las que se llevan a cabo estos cambios estructurales en el país, se ha generado un vacío en la hegemonía del poder real, como bien podemos apreciar, antes que surga esta gran concentración campesina, pues el Perú instaba en las reglas y las limitaciones territoriales; el centro era parte de un todo que se acomodaba a sus alrededores , que desde ya, éstas iban a ser invadidas por la población que abandonaba masivamente el campo, y que en pincipio, no iba a hallar en ellas algún desarrollo industrial ni empleos.
Si queremos entender el fenómeno peruano,conviene encuadrar la crisis actual con el marco histórico. A lo largo de los casi 30 años, han pasado diversos gobiernos que tuvieron dificultades en el manejo de un sistema que, desde la década del los ´50, se iba deteriorando a causa de los cambios en conjunto de nuestra economía.
Podemos citar varios ejemplos que perjudicaron una estructura balanceada, pero cabe resaltar como principal problema a la agroexportación que debilitó el sistema de hacienda que como consecuencia trajo los poderes que tenían los hacendados.
Por otro lado, en la parte financista transnacional y en la minería hubo un crecimiento relativo de industrialización, lo que hace que ciertas organizaciones industriales hicieran hincapié para el reemplazo de los agroexportadores, como una forma de situarse en un poder que se venía dando con auge desde principios del siglo XVIII.
El desparpajo estructural de la hacienda se debió a la descapitalización del agro moderno, una cosa como cambiar picos y palas por máquinas para arar la tierra. Esta migracíon hizo que la cuidad no se base, como en otros caso, por la demanda de fuerza de trabajo para la industria, tal y como pasó en Inglaterra, sino que en nuestro caso se debió al aumento de la pobreza en el parte del campo, y de las decepciones con la industria por dar abierta la carta del consumo en la zonas rurales. Es casi como empinar ciertas artimañas para poder mantener en su sitio todo; darnos cuenta de una realidad ayuda a poder fortalezer conceptos básicos para el futuro, ayuda también en realzar grados de inmadurez y socabarlas tratando de hacerlas convincentes y reales.
Cuando esos migrantes se abren en la industria, no encuentran trabajo porque la industria, dependiente y limitada en el Perú, no expande ni apoya en la producción de insumos de nuestro propio país. Fue un desastre poder embaucarnos por tantos años esa carga tan pesada de la no priorización y explotación de recursos que estaban casi a la mano, una cosa casi inconcebible de imaginar y ver nuestra realidad ahora.
La concentración del campesinado en las barriadas aumentó el desempleo y la desocupación, y para coincidencias actuales, es lo mismo que se está viviendo en el país; tendemos en partir de un caos social, donde se concentra parte del sinfín de problemas que originaron el fenómeno más grande: el desempleo. Esto, compenso con la poca acumulación de capital en sectores productivos, formaron, así, una mezcla tremenda , y un desorden económico, que hasta los últimos 10 años los hemos estado padeciendo.
No se puede escapar que el comienzo a todo esto se dio en el primer gobierno del ya fallecido ex presidente Belaúnde Terry ( 1963_68).
Han pasado 58 años desde que se produjo la migración campesina, y sé que pasarán unos 50 años más para que podamos darnos cuenta de la poca identidad que guardamos en nuestras mentes, habremos de formar signos capaces de hacernos ver lo que realmente no queremos ver; criados en un círculo vicioso de la no valoración, de la poca llanura social que nadie es capaz de alcanzar, viviremos entre dichos y comentarios porque así lo queremos, sin importar de qué diablos estemos hablando, de qué partido o que ideología seguir, pues seguiremos con los mismo hábitos infraformales de las que tantas veces hemos sido partícipes.
Hay siempre un virus en cada sociedad , una carroña infecunda, de las cuales cae desde las más altas latitudes sociales, que hace un caos casi burlesco y tremendo.
Ojalá que los cientos de marxistas, maoístas, leninistas , capitalistas, liberales, comunistas, de izquierda o de derecha, o de los más complejos ideales, pudieran hacer algo por no derrochar demagogia, y dedicarse en cambiar aspectos sociales, que las sociedades pugnarán por hacerlo, y por una propia causa , esa causa que ha llevado al mundo entero, no sólo a Perú, a la peor debacle social de la historia.
No soy partidario de ningún partido social, sólo me pongo a reflexionar y pensar en cuánto más tendremos que esperar para que de una vez hagan algo por el mundo;y en caso del Perú, poder establecer una sola reforma que acuñe diversidad y respeto por las diferentes manifestaciones, pero es mucho pedir. Los imposibles no existen si en el fondo del túnel hay una luz, pues entonces esperaremos para alcanzarla; acaso estamos esperando a que nuestras mentes se congelen de tanto meter la cabeza al refrigerador cuando tenemos un calentamiento mental ...
hasta más vernos
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